Meredith llegó a Salta y después de visitar un poquito la ciudad decidimos ir hacia la Caldera, que es un pueblecito cerca de Salta en donde vive Enrique (al que conocimos en Cachi, hermano del Carbonell). El pueblo es lindísimo, pero hacía un frío de la ostia. Estaba lleno de gauchos, de hecho, creo que es el único lugar donde los vi.. o por lo menos donde vi tantísimos. Estuvimos en casa de Enrique, quien nos acogió de fábula, más a gusto que un arbusto.
Decidimos ir hacía Córdoba pero el billete de bus era carísimo, así que hicimos dedo. Llegar de Salta a Córdoba fue toda una aventura. Decir que hay por lo menos 1000 km entre una ciudad y la otra.
Bueno, el primer personaje que nos paró conducía una furgoneta y no nos dejó poner el equipaje detrás sino a nuestros pies. O sea que íbamos las dos apretujadas con las piernas hacia arriba encima de los mochilotes. El tipo empezó a explicarnos que en Salta habían matado a 2 turistas francesas y luego que otra chica argentina había desaparecido y nos decía que vigiláramos, que esperaba no ver nuestra foto en ningún cartel y decir: “mira, a esas chicas las lleve yo”. Bueno, le preguntamos de que trabajaba y nos dice que es incinerador y que por eso no podíamos poner nada detrás.. (el tipo estaba currando, pero no quisimos preguntar si llevaba un muerto, o cenizas o que… esas cosas mejor no saberlas..). Luego empezó a explicarnos todos los accidentes que había visto en carretera, con todos los detalles de piernas amputadas, niños muriéndose en sus brazos… en conclusión, un tipo muy morboso aunque era simpático. Nos llevó unos 100 km.
El segundo coche que paro nos llevó también como 100 km más y fue el más normal de todos.
El tercero era un coche del año de la catapum pero eso sí, tenía una radio que alucinabas. Íbamos a 30 por hora y de vez en cuando el coche se le paraba. Entonces el tipo bajaba con un tornabis, abría el capó y reparaba algo. Tenía la música a tope creo que con el intención de no hablar con nosotras porque me dio la impresión de que no entendía nada de lo que le deciamos (aunque nosotras tampoco lograbamos entenderlo a él). Bueno, tal vez hicimos 30km en 1 hora. Un desastre. Cada vez que se le paraba el coche y se bajaba Meredith y yo nos partíamos de la risa.
El tipo nos dejó en una estación de servicio. Decidimos tomarnos un cafecito en el lugar que estaba llenísimo de gente. Por lo visto eran un grupo de jesuitas que venían de una misión. Unos cuantos empezaron a asaltarnos con preguntas. Nos tenían rodeadas y nos miraban como si fuésemos monos de feria. Muy cómico.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghRpnhYi6Kg7OUZG28Q4RoBRbtMA3pN8t-duGFGrvk5yrdcn3ykKFpDXyG0iHk-j9K6FtZEC-pxdyGXnukBfwsbBmC1p-8KQnuc6uOth_WyDCusy185sqDg9Yo5N6jMNbfOHcbW2S9MqE/s320/IMG_8050.JPG) |
Meredith muerta de frío pero con su meor sonrisa |
Después del café volvimos a las andadas. Esta vez nos pararon 2 camioneros que iban viajando juntos. Cada una subió en un camión. A las 2 horas de andar viajando paramos en una gasolinera, porque, por lo visto, se estaban quedando sin gasolina. Aquí resulta que cada empresa compra tantos litros de gasofa para sus camiones y te dan la orden de ir a tal o cual gasolinera a repostar. Así que si tienen toda la gasolina de la que disponen ya vendida para las empresas, si tú vas a repostar con tu camión no puedes, porque no hay. Bueno, pues la orden la tenían para otra gasolinera a no sé cuántos km y no iban a llegar y en la gasolinera no quedaba más gasofa. Así que estuvimos allí parados como 2 horas llamando a unos y otros mientras nos tomábamos unos mates charlando tan alegremente. Al final, como parecía difícil solventar el tema, decidieron pasar gasolina de un depósito a otro. Me explico, cada camión tiene dos depósitos y, en los suyos, había un poco de gasolina en cada uno de los dos. Así que abrieron la compuerta que los separa y aparcaron los camiones ladeados para que pasara el líquido de un lado a otro. Mientras, más mate. Total, que nos tiramos allí no sé cuánto rato. Ellos iban a llegar aquella noche no sé a qué pueblo a 300km de Córdoba y nos dijeron que, puesto que ellos debían estar toda la noche cargando, que si queríamos podíamos dormir en sus camas. Pero nosotras pasamos. Ya nos pareció demasiado. Así que nos apeamos en el pueblo donde pararon a cenar: Simoca.
Ya eran como las 11h de la noche cuando llegamos allí y nos pusimos a buscar alojamiento. Fuimos a preguntar a la policía y resultó que solo había dos hostales y eran recaros. Como no queríamos gastarnos tanto dinero en dormir le dije a Meredith de ir a comerle la olla a la policía a ver si se enrollaban y nos dejaban dormir aunque fuese en una celda. Y allá que fuimos. Les dijimos que no teníamos dinero, que a Meredith no le funcionaba la tarjeta y que a mí se me estaba acabando la plata. Los policías esos estaban locos, en especial una de ellas que nos preguntó de dónde veníamos. Al decirle de Salta nos empezó a decir que teníamos suerte de haber salido de allí vivas, que allí estaban matando a mucha gente. Pero que para nuestra suerte habíamos ido a parar a Simoca, lugar donde iban a cuidarnos. ¡¡Que humor más negro tenía la colega!! A mí me hizo reír un buen rato.
Pues acabaron llamando a los de la municipalidad. O sea, al alcalde y los trabajadores, que resultó que estaban celebrando una cena en un local en motivo de una fiesta que había resultado ser todo un éxito aquel fin de semana. Nos vinieron a buscar 3 trabajadores y fuimos al local. Allí nos acogieron de tal manera que no nos lo podíamos creer. Nos dieron de cenar, de beber… de todo! Como la cena era asado, uno de los tipos se fue a comprarme una pizza para que comiera algo caliente. Luego estuvimos allí tomando y charlando hasta las tantas de la noche. En la parte de arriba del local había una habitación con una cama y colchones y allí nos quedamos a dormir. Fue una triunfada.
Al día siguiente fuimos a tomar un café para despedirnos de ellos. Me dio hasta pena no quedarme a visitar ese pueblo, pero pienso que algún día regresaré. Cuando íbamos hacía la carretera para hacer de nuevo dedo, la gente nos iba saludando, sonriendo… Muy buena vibra en Simoca, de verdad.
De nuevo nos pusimos en la carretera y, en nada, nos paró un chico que resultó iba a Córdoba directo. El tipo era super divertido, pero no veas como le daba al acelerador! Íbamos a 180km/h y yo, que odio la velocidad, no sabía si apretar los dientes o pedirle que parara que yo me bajaba. Pero aguanté ahí como una campeona… Después comentando la jugada con Meredith supe que ella tampoco lo tenía muy claro…
En Córdoba pasamos 2 o 3 días (no lo recuerdo). Y, aunque la ciudad tampoco nos entusiasmó demasiado, estuvo bueno. La primera noche dormimos en casa de un amigo de Fede (al que conocimos en el norte de Argentina) pero, acabamos mudándonos a un hostal porque pasamos una noche en su casa de lo más bizarra…..
Fede (que llego a la ciudad para arreglar unos papeles, aunque el reside en Buenos Aires) nos llevó a conocer los alrededores en coche y mucho mejor cuando sales de Córdoba ciudad.
Bueno, en Córdoba Meredith y yo ya separamos nuestros caminos. Ella se iba hacia Mendoza, rumbo Chile y yo continuaba la ruta hacía Buenos Aires. Así que llegó otro de esos momentos feos que tan poco me gustan y en el que tengo que despedirme de alguien con quien ha compartido mucho más que un trozo de camino. Con Meredith lo pasamos genial. Vivimos situaciones de lo más surrealistas y nos reímos un montón de todo. Fue una de las mejores compañeras de viaje, de la que aprendí un montón de cosas y la que no dejó ni un momento de sorprenderme. Así que nada, mi rubia obvia, te deseo lo mejor en el camino. Un placer de los grandes y buenos compartir camino contigo!!
Esa noche viajé a lo que ya puedo calificar como mi Buenos Aires querido. La gente debe quedarse enganchada de Bs AS por diferentes motivos, pero yo tengo muy claro cuál fue el mío: su gente y todo lo que allí viví.
Me alojé en casa de Guido, el chico con el que estuve viajando por el norte de Argentina. Y los primeros días redescubrí esa comodidad tan olvidada y que, de vez en cuando, tampoco viene tan mal: un sofá, una cocina, una nevera, una camita, etc… Le ocupé la casa de mala manera, pobre Guido.
Llegué a Bs As con la intención de quedarme 1 semana y acabaron siendo casi 3. Y creo que me fui porque en el fondo sabía que si me quedaba un poco más de tiempo ya jamás podría irme de allí.
Solo llegar Meli (la chica con la que también viajé por el norte) me vino a recibir con unas facturas (unos pastelitos que te cortan la respiración). ¿Si te reciben así como luego no va a ser difícil irse??? Jeje! No, de verdad, las facturas, junto con los alfajores, son como una especie de manjar de los dioses, en serio.
Pronto ya conocí a Darío (el novio de Mel), a su madre, Brisa (su perra), a la comunidad (que son los amigos de Guido, Mel y Darío), a Bruno (hermano de Guido), a los amigos de Guido, etc. Me reencontré con Rosa, Lucía, Natalia, Jonathan, Pablo… y toda la gente de Bs As a la que había conocido por el camino.
Bs As en sí tampoco me pareció nada espectacular. Es una gran ciudad y todos sabemos que las grandes ciudades y yo tampoco nos llevamos demasiado bien. Pero debo reconocer que hay lugares muy lindos. Y yo tuve la suerte de conocer ese otro Bs As que vive su gente.
Guido me llevo un día al hipódromo a ver carreras de caballos. Yo jamás había visto eso, y nos partíamos de la risa porque los jockeys eran clavados a los de un capítulo de los simpsons en el cual figuran como pequeños duendecillos. De verdad, que risa. Yo jamás vi personas más enanas, flacuchas y con más cara de duende que ellos!!
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZJhR5LETqtaeoo-ytYowaGvuEYd-5Ka4D_Q6bNBQHWrPonNxhf_zHyt32e7i7nq1sWTH5n58SoI-lcLZPL5Pd5IHo_sPZk6NooJ2UYCWFqG7J8wSRlF924BX4AtdWaYW-bdEIfLKM8uo/s320/IMG_8064.JPG)
Mel y Darío me dejaron una bicicleta playera. La putada de esa bici es que tienes que frenar con los pedales hacía atrás y que, hasta que te acostumbras pasa un buen rato.. Pero bueno, los primeros días andábamos en bici a todos lados. Hasta que un día, camino a casa de Mel, me comí un taxi de lleno y se me quitaron las ganas de andar en bici. Que accidente más tonto, ¡por dios! Se me cruzó, frenó de golpe y yo, que también frene pero con los frenos imaginarios de mi manillar, me estrellé contra él sin poder hacer nada para evitar el desenlace que, a cámara lenta, veía venir.. Pero bueno, no fue nada. Le grite el “ostia, joder (que a estos les hace tanta gracia)”, le metí la bronca por cruzarse y frenar de golpe y acabé enseñándole mis dificultades para frenar rápido en caso de emergencia. Luego nos partíamos de la risa cuando les explicaba lo que me había pasado. La verdad es que fue muy cómico… un poco doloroso, pero cómico…
Con Rosa visité caminito (la boca), con Pablo retiro, con Mel floresta, con Guido palermo… la cosa es que tuve los mejores guías, no puedo quejarme.
Cumplí años en Bs As, así que tocó salir a celebrarlo. Al final acabamos reuniéndonos un montón de gente, entre ellos Kate (la inglesa con quien viajé en Bolivia), que había llegado el día antes a la ciudad y, la cual, se apunta a un bombardeo. Fuimos a cenar a casa de Carlos (uno de los de la comunidad) y luego de fiesta un videoclub (sí, ya sé que suena raro, pero tocaba una orquesta de uno de sus amigos y la verdad es que estuvo genial). Yo me lo pasé bomba. Después fuimos a un bar en donde Jonathan a veces curra y empezó a sacarnos bebida gratis… Y acabamos los supervivientes de la noche en el lugar de partida: casa de Carlos, escuchando música y bebiendo pisco.
La verdad es que les estoy muy agradecida a todos por haber compartido ese día conmigo. Cumplir años tan lejos de casa se lleva mucho mejor cuando estas rodeada de gente con tan buena onda.
En Bs As también aproveché para ir al teatro y a la ópera. A la ópera fue por casualidad, porque con Kate e Ishrat (una chica con la que venía viajando Kate y que esta como un cencerro, es una risa de tía) queríamos visitar el teatro Colón y resulta que era más cara la visita guiada que la entrada a la ópera (aunque la entrada barata era en el séptimo piso y de pie). Pero decidimos comprar la más económica para ver el teatro y lo que se pudiera de la obra. Lo bueno fue que al salir de comprar la entrada, me puse a hablar con unos tipos en la puerta y, uno de ellos parecía así más importante. Así que le pregunté si él era alguien importante allí y que, a ver si se enrollaba y nos conseguía unos sitios para sentarnos. Y sí, lo hizo. Nos esperaba a las 8h de la tarde y fue colándonos por el teatro hablando por el walki con unos y otros. Fue muy divertido y nos dio unos asientos de puta madre(de los que valen una buena pasta) en medio de toda la gente bien de Bs As (nosotras con nuestras pintas llamábamos un poquito la atención, pero para contrarrestar la situación, nos fuimos a la perfumería de al lado a ponernos perfume del caro, para, por lo menos, hacer buena olor).
Uno de los días Kate, Ishrat y yo fuimos de visita a Colonia, en Uruguay. Nos encantó. Es una ciudad muy pintoresca y lo tienen todo muy bien cuidado. Allí pasamos el día con César, un vasco loco que vive en Bs As y que también estaba pasando el día en Colonia. Lo pasamos muy bien y acabamos en un bar viendo el partido del Barca-Madrid (porque el vasco, aunque cueste de creer, es del Madrid). Acabó perdiendo el Madrid y César con un disgusto. Nos reímos un montón.
Ishrat y Kate y partieron rumbo a Iguazí, pero yo decidí quedarme unos días más en Bs As. Otra despedida, pero esta menos triste, porque con ellas ya tenemos fecha para vernos bien prontito en Londres y luego en Barcelona. Aunque locas así se echan de manos. Pasé unos días super divertidos con ellas.
Con algunos de la comunidad fuimos un día a la catedral. Es un lugar de tango, pero no es rollo turístico. Te hacen una clase de tango y luego te puedes quedar a bailar. El lugar es espectacular. Yo creo que abrí la boca al entrar y me costó un rato cerrarla. Allí tuve la certeza de estar en Bs As. Simplemente me fascinó el lugar, me encantó como bailaban, la música, la decoración… todo.
Y nada, el resto del tiempo lo dediqué a la fiesta. O ir de fiesta o quedarnos en casa de Guido escuchando música y bailando hasta las tantas… El último viernes que estuve en Bs As Guido hacía en su casa una noche de hombres con sus amigos de la infancia, pero yo, al ser extranjera, estaba invitada. Esa noche no sé el porqué, pero fue francamente especial. Creo que la recordaré siempre.
El padre de Mel, que trabaja en la compañía ferroviaria, me regaló el pasaje a Posadas, cerca de Iguazú (mientras Guido no podía creer que siempre me pasen cosas así..).
Así que, como todo lo bueno se acaba, llegó el final de mis días en Bs As. Aunque la salida fue tan precipitada que no tuve tiempo de despedirme de todos los que me habría gustado y darles las gracias por hacer de mi estancia en Bs As algo inolvidable.
La última noche la pasé cenando con Mel, Darío, Carlos y Guido (para mí, las 4 personas más especiales). Yo sé que de eso va el viaje, que cada dos por tres me estoy despidiendo de gente, que ya debería estar acostumbrada… pero esta vez fue diferente. Jamás sentí tanta pena al abandonar un lugar y una tristeza tan profunda al despedirme de unas personas. Ellos son especiales y me hicieron sentir el calor que uno solo encuentra en su hogar. Así que gracias a ellos hoy puedo hablar de Bs As como mi Buenos Aires querido. Y esperar que los caminos de nuestras vidas vuelvan a unirse pronto de nuevo. ¡¡Que se “jo”!! jeje! Gracias tíos!! (y que nadie me conteste no, por favor!!). Os espero en Barcelona!!!!!!!!!!! Guido, muchas gracias por abrirme las puertas de tu Guido hostal. Continúa estudiando la vida de los pájaros que, no sé si será de mucha utilidad, pero, por lo menos yo, cada vez que lo pienso, me parto de la risa. Y no olvides que aquí sigo en las nubes y cuando quieras tú te subes…
Y el martes por la mañanita me tomé el tren interminable de 30 horas que te lleva cerquita de Iguazú. La ostia que esta vez me pegó la soledad fue tremenda. Creo que jamás en todo el viaje me sacudió tan intensamente y con tanta crudeza. Pero tuve tiempo para ir acostumbrandome.... ¡30 horas dan para eso y más!!