dilluns, 4 de juliol del 2011

TUDO BEM, TUDO BOM


Tras la partida de Aline y Roberto me quedé sola ante el peligro (que viene a ser lo mismo que sola con Eneko).

Ya que nos habíamos comprado el boleto turístico de Cusco, decidimos visitar un par de ruinas más y algún museo. Pero visto lo visto yo aconsejo a quien tenga intención de viajar a Cusco que no se compre esa mierda de boleto, porque de verdad que no vale la pena para lo caro que es.

Bueno, llegado el momento de partir de Cusco, se nos presentaron dos opciones por delante: viajar a Bolivia o a Chile. Mi intención era bajar hacia Argentina por Bolivia y la de Eneko por Chile. Pero resultó que la frontera de Bolivia estaba presuntamente cerrada o había problemas debido a manifestaciones por la privatización de unas minas (porque no sacamos nada claro, ya que cada cual te explica lo que le da la gana). Pero podíamos intentar bajar y ver si se podía cruzar o no. La otra opción era ir a Arequipa en Perú y de allí cruzar hacia Chile. Pero por el camino a Arequipa la carretera también estaba cortada debido a otras manifestaciones y los autobuses iban por otra ruta, más larga y peligrosa (habían atracado buses por ese camino). Pues nada, nosotros que somos unos valientes (o unos inconscientes) elegimos de las dos opciones la peor: viajar hacia Arequipa por el sendero largo y peligroso y, por si no fuera suficiente, de noche, para hacerlo más emocionante.

Llegamos a Arequipa sin problemas. Y, aunque yo no tenía ninguna intención de quedarme ni un día allí, no sé cómo me vi montada en un taxi camino a no sé qué hostal.

En el hostal conocimos a Rossella, una chica de Barcelona que está completamente loca. Yo creo que es la tía más loca que he conocido en mi vida. Se nos unió y pasamos el día juntos. Y no sé cómo me vi planeando visitar el cañón del colca al día siguiente.

Con Rossella nos partimos de risa. Era como una showgirl. Igual estábamos cocinando y se ponía a retransmitir lo que iba haciendo así como si estuviese presentando "con las manos en la masa" y, de repente, se giraba y preguntaba: "¿dónde está mi cámara?".


Yo tengo una adicción declarada por la palta (aguacate) de la que Eneko siempre se está burlando. Por la tarde estábamos en el mercado comprando provisiones para el colca cuando Eneko se encontró a una chica vasca con la que había estado viajando. Rossella y yo continuamos comprando y ellos se quedaron hablando. Cuando volvimos a buscarlos ya no estaban. Y dimos como 5 vueltas al mercado buscándolos. Al final llegamos a dos conclusiones: o se habían ido a tomar una birra o estaban enrollándose en algún lugar del mercado. Rossella se decantó por la primera opción y yo por la segunda. Así que nos montamos una película de que entraríamos al mercado y nos los encontraríamos enrollándose en un puesto de frutas y que el lugar elegido seria encima de las paltas. Y que yo preguntaría: ¿las paltas? ¿porque? ¿es que no había otro lugar? ¡teníais las manzanas a un lado, al otro las naranjas! ¡pero no! ¡tenían que ser las paltas! Y bueno, tiraría mi palta al suelo y me iría corriendo mientras juraba no volver a comer aguacate en mi vida… Al final resultó que estaban una calle más abajo hablando con otra vasca. Aunque, en el caso que nuestra suposición hubiera sido cierta, evidentemente yo no habría dejado de comer palta por muy patética que hubiese sido la escena...

Tonterías aparte (pero me reí tanto que lo escribo para no olvidarlo), al día siguiente nos levantamos bien pronto para ir a ver los cóndores en el cañón del colca. Pero este fue el único cóndor que vimos:


Rossella decidió volver hacia Arequipa porque tenía que viajar ese mismo día hacia el norte y Eneko y yo nos quedamos para hacer el trekking por el cañón. Repito que yo no tenía ninguna intención de hacerlo porque bajas 1.200 metros a piñón hasta el rio y al día siguiente, evidentemente, tienes que volver a subirlos hasta llegar de nuevo al lugar de partida. Pero bueno, la verdad es que la excursión estuvo super bien y menos dura de lo que esperaba. El lugar es muy bonito y merece la pena.

Al llegar al pueblo cogimos un bus para intentar ver los cóndores de nuevo. Los vimos de lejos, pero menos da una piedra.

Al día siguiente ya cogimos un bus rumbo a Arica, en Chile. Por la noche, a la llegada a la ciudad, Eneko tenía intención de seguir su camino hacia Argentina. Pero resultó que las fronteras estaban cerradas debido al temporal. Así que se tuvo que quedar conmigo en Arica.

Aprovechamos para visitar la ciudad e ir a ver unos petroglifos que hay cerca que, según nos dijeron, tienen más de 2000 años. Nosotros dudamos de si eso era cierto o si algún taxista se había dedicado a hacer los dibujitos con las piedras para llevar a los turistas al lugar…


Al día siguiente, y después de mucho buscar, llamar e investigar, Eneko decidió partir hacia el sur de Chile donde, por lo visto, la frontera estaba abierta (y él tenía que ir al sur de Argentina a despedirse de sus amigos). Así que nos tuvimos que despedir y, aunque el viaje al final es eso, gente que viene y que se va, no deja de ser triste decir adiós a personas a las que les coges cariño y a las que te acostumbras a ver todos los días compartiéndolo todo. Hay personas especiales de las que cuesta más despedirse. Así que con pena le dije adiós a Telemako, el vasco más cabezón, divertido y entrañable que jamás he conocido. Aunque sé que no es un adiós, es solo un ¡hasta pronto tío!! ¡Que vaya tudo bem, tudo bom loco!! ¡Te voy a echar de menos!!! (a ti y a mi burro secuestrado...)


Yo me quedé un día más por Arica y decidí visitar el lago Chungará, que es el lago a más altura sobre el nivel del mar (4500msnm).
En el autobús éramos 16 personas, 2 israelitas (como no….), yo y el resto chilenos. Pues nada, una pareja llevaba a una niña pequeña que fue todo el camino durmiendo y cada vez que se despertaba lloraba, vomitaba y se volvía a dormir. Había un chico que estaba tan mareado que tuvo que estirarse en medio del minibus y al llegar al punto más alto se puso a vomitar. Dos chicas iban super mareadas e iban con el iboprufeno repartiendo a los seniles (que iban 4 abuelos) que también estaban afectados. Una de las abuelas, ya de regreso, se puso a vomitar y le tuvieron que administrar oxígeno. Un show, vamos.
Visto lo visto me tomé la molestia de realizar mi propio estudio sociológico cogiendo una muestra de 13 chilenos escogidos totalmente al azar y mis conclusiones fueron que los chilenos son unos blandengues y que la mitad de la población tienen tolerancia 0 a las alturas.

De Arica salí hacia San Pedro de Atacama. Un pueblo muy curioso, con todas las calles sin asfaltar, pero con bastante magia. Desde el pueblo se ve la cordillera de los Andes y es muy bonito.
En el hostal conocí a Carlos, un chico portugués y decidimos alquilar unas bicis al día siguiente para ir a visitar el Valle de la Luna, un paraje totalmente desértico pero hermoso. El paseo en bici estuvo muy bien, y, aunque acabamos con el culo destrozado debido a los fucking ways of cabra, lo pasamos chévere.

Al día siguiente, junto con una pareja de chilenos que conocimos en el hostal, fuimos a visitar el salar de Atacama (donde habitan miles de flamencos, pero los ves en la distancia) y por la tarde a la laguna Céjar, una laguna salada en medio del desierto en la que, como en el mar muerto, flotas en el agua. Los valientes se bañaron, pero no yo… Hacía demasiado frio y el agua estaba congelada. Más tarde fuimos a ver la puesta de sol en otra laguna. Todo perfecto.
Ese día me encontré con Fabio, un chico italiano al que conocí en el lago titicaca y por la noche se vino a nuestro hostal a cenar. Pasamos una buena velada con Carlos, Fabio, Meredith (una chica de Canadá a la que conocimos en el hostal), los chilenos y yo.

La intención era salir hacía Salta, en Argentina a la mañana siguiente. Fabio, Meredith y yo compramos los billetes de autobús, pero cuando fuimos a tomar el bus no salía porque la frontera continuaba cerrada (la habían abierto, pero solo duro un día abierta porque debido al hielo hubieron dos accidentes de camiones).
Como no sabíamos que hacer, pero teníamos claro que queríamos salir de San Pedro, todo un grupo de afectados tomamos un bus a Calama donde debíamos pasar la noche y al día siguiente coger un bus hacía Uyuni, en Bolivia. Al final la experiencia estuvo super divertida, porque nos reunimos un grupo de bastante gente (Meredith, Fabio, Simona (otra italiana), Kate (inglesa), una pareja de holandeses, un chico de Dinamarca, 4 colombianos que iban a la copa América en Argentina, 2 peruanos y yo) que dormimos y fuimos a cenar juntos. Así explicado parece leve, pero no veas la aventura que supuso salir de chile!!

Por fin llegamos a Uyuni y aquí el grupo ya se deshizo después de cenar juntos. Los que decidimos quedarnos fuimos Meredith, Kate, Suan (el chico de Dinamarca que solo se quedó un día más para hacer el tour de un día al salar) y yo.

Y bueno, aquí empieza la aventura más surrealista que yo he vivido en todo el tiempo que llevo viajando. Pero eso se merece una entrada especial… La próxima entrada os prometo que no tiene desperdicio!!!

2 comentaris:

  1. M'agrada molt l'estudi sociològic dels xilens! També pot ser que siguin intolerants al bus!

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  2. Lo mejor ha sido el cóndor que visteis!!! Nunca había visto una especie como esa... Espectacular!

    Tu historia de las figuras de piedra es más creible que la "real", yo me la creo más....

    Un abrazo!!!

    Sara

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